Lourdes Flores Nano, encarna esa renovación y cambio de conducta
intachable, que requieren los Partidos Políticos, transparente que ha
demostrado en su trayectoria, en su conducta política, que ha sido marcada a su
paso como Regidora por la Municipalidad de Lima, su presencia en la Cámara de
Diputados, en el Congreso Constituyente Democrático y en el Parlamento, tiene
una experiencia ganada con el manejo de la casa pública, lo que asegura que,
tendrá éxito cuando sea elegida como Presidenta del Perú.
El
liderazgo democrático, es el arte de fomentar y administrar la innovación al
servicio de una comunidad libre. Para ser líder se debe tener las cualidades
requeridas para la política creativa; el primer requisito es la observación, la
capacidad de observar con exactitud las cosas; la reflexión, que enseña el
valor de las acciones, las imágenes, los pensamientos y los sentimientos, ayuda
a percibir la relación que tienen entre sí; la imaginación, que es modificar,
crear y asociar; la invención, aplicación de métodos no conocidos e inéditos;
y, finalmente, el juicio, decidir cómo y dónde y hasta que grado puede ejercer
cada una de estas facultades. Estas cualidades llevadas a su nivel más alto es
la respuesta del liderazgo democrático, siempre y cuando estén acompañadas de
una conducta permanente y disciplinada de la persona llamada a ser el conductor
y que encarna Lourdes Flores.
El liderazgo es la capacidad de hacer girar al mundo, es la capacidad
de inspirar y movilizar a multitud de personas, es una transacción pública con
la historia. El artista y el científico tienen tiempo y espacio; el líder tiene
muy poco para ambas cosas. Si algo debe saber un líder, es que debe estar
seguro que obtendrá resultados insatisfactorios o satisfactorios dependiendo de
su accionar y que su mensaje sea captado por el pueblo.
¿Cuál es en realidad la función del liderazgo? Aquel que no aplica
remedios nuevos, dijo Bacón, debe esperar males nuevos y ya que el tiempo es el
mayor innovador, la carroza alada del tiempo ha estado viajando más rápido
durante los siglos. La misión del líder es mantener las instituciones y los
valores suficientes al corriente de la vertiginosa variación de la historia,
implementándolas, renovándolas y actualizándolas a los tiempos modernos.
El líder está forzosamente obligado a innovar. Debe presentar al
pueblo su oferta cada día más interesante, no cambiándola a cada momento y
según le plazca o el lugar donde se encuentra, cada día más resuelto a ganar
las causas justas, más pleno de su ideal. No tiene fibra de líder quien carece
de imaginación, pues nada grande se ha ganado sin esta inspiración.El líder debe buscar la introducción de un nuevo elemento, claro que
es una empresa peligrosa, porque significa la ruptura de los lazos de la
costumbre, provoca resistencia de quienes se sienten a ser los llamados de
siempre pero se tiene que cortar el cordón umbilical entre la costumbre
inoficiosa con la innovación productiva y de avanzada.
El innovador debe persuadir a otros a que cambien de opinión. La
innovación puede parecer un ataque a las viejas reglas de juego. Las ideas
encarnadas en instituciones se vuelven especialmente difíciles de abandonar.
Ahora el éxito depende del contenido del mensaje y de la forma cómo se
trasmite. Schumpeter hizo hincapié en la venganza que ejerce el medio contra
los que deseen hacer algo nuevo, sin haberlo tenido presente su realidad.
Sino se cuenta con respuestas y programas nuevos, la democracia
inculca hábitos de pensamiento que refuerzan la resistencia a las ideas nuevas.
Lo que cuenta al final es la subversión de las ideas viejas por el medio
ambiente. Esto es lo que da al líder democrático la oportunidad de idear
remedios que funcionen y también despierten aprobación general. Tocqueville
decía que una democracia puede llegar a la verdad, sólo como resultado de la
experiencia; productiva y beneficiosa las
naciones pueden desaparecer mientras esperan las consecuencias de sus
errores, el liderazgo moderno tiene que ser innovador, intrépido y con un sólo
horizonte, servir al pueblo.
Lo que se quiere hoy en días es un nuevo estilo de liderazgo que
responda a las normas constitucionales como las necesidades populares que sea
transparente, que destierre la corrupción. El liderazgo es indispensable
incluso en el régimen de aquiescencia. El líder debe saber que hacer y como hacer
y en que momento hacer.
Conocer lo que tienes entre tus manos y actuar dentro de las
disciplinas de la aprobación son los primeros imperativos de un liderazgo
democrático que tiene que estar acompañado de simpatía por la labor que se
desarrolla.
No creo, dijo Woodrow Wilson, que ningún hombre pueda dirigir si no
actuar consciente o inconscientemente, bajo los impulsos de una profunda
simpatía por aquellos a quienes se dirige; simpatía que es comprensión que nace
del corazón y no del intelecto, que nace del conocimiento de la realidad del
país, que entiende el problema de los más pobres por haber estado junto a ellos
todo el tiempo.
El liderazgo no es amigo del autogobierno, sino el medio para hacerlo
funcionar que los seguidores tienen su propia obligación, que es ineludible
mantener a los líderes dentro del estricto límite constitucional, siguiendo su
tarea y haciéndolo reflexionar cuando el camino no sea el correcto, decirle que
su diafana debe ser clara que debe aclarar las sombras que pesan sobre él y
sobre todo debe decirle la verdad al pueblo.
En una democracia, el liderazgo depende particularmente del lenguaje
para colocar una visión y el lenguaje empleado por los líderes determina el
tono de la política. La responsabilidad de los líderes es de definir las
acciones reales y explicar por qué en un curso de acción es preferible la otra;
y, al hacerlo se debe convertir el lenguaje en un medio no de engaño, sino de
comunicación, no en enemigo sino en amigo del principio de realidad y la
lealtad con el adversario.
La capacidad humana de justicia hace posible la democracia, pero la
inclinación humana a la injusticia hace necesaria la democracia. A los líderes
buenos y democráticos se les debe apoyar porque su propuesta encarna el cambio.
Ningún líder es infalible, todos pueden caer en el absolutismo o en el abuso
del poder. Los líderes deben dar a la persona el valor de aprovechar su
potencialidad más altas. Podremos conjurar cualquier catástrofe sólo sí los
líderes escuchan a sus seguidores tan atentamente como éstos escuchan a
aquellos; ésta es la razón por cual el liderazgo democrático encierra la mayor
esperanza de desarrollo y de cambio de los pueblos.
Los líderes democráticos se deben
a sus pueblos, de escucharlos de atenderlos y estar con ellos; por ello creemos
firmemente que Lourdes Flores encarna el verdadero liderazgo, no sólo para ser
candidata Presidencial, sino también para ser la primera mujer que gobierne los
destinos de nuestra Patria.
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