El proceso de
Regionalización es una tarea nacional impostergable que requiere de un sustento
económico y de condiciones políticas; por ello la necesidad de exigir la
participación democrática y la consulta popular en todas las fases. No sólo en
un debate sobre la demarcación territorial, sino sobre las funciones de los
gobiernos regionales, los criterios para garantizar la representatividad en la
Asamblea, lo cual debe ser considerado en la Leyes Orgánicas y en las etapas
sucesivas en la implementación de los gobiernos regionales.
La
Regionalización es un asunto de magnos alcances y, como tal, debe planificarse
bien, que no se imponga, que no se le convierta en un proceso inmaduro y
extraño. Los pueblos saben que no basta juntar varios departamentos para formar
una Región. La demarcación debe ser producto, exclusivamente, de estudios de
toda índole y no estar sujeto a consideraciones distintas. No debe precipitarse
su ejecución por intereses políticos o coyunturales para evitar fracasos que
puedan resultar irremediables o frustrar la descentralización; no debe hacerse
por caprichos, por complacencia o intereses menores, que sea un proceso
propicio para el desarrollo integral.
La
Regionalización propuesta por el Ejecutivo no obedece a estudios y planes
concretos, ya que cada departamento tiene sus propias realidades geográficas y
sociales, con verticalismo que es impuesto a través de los Presidentes de las
Corporaciones. Ejemplo de ello fueron las reuniones que tuvieron en Palacio de
Gobierno, los Presidentes de la Cortes y los alcaldes provinciales, A dicha
reunión sólo fueron indicados los alcaldes apristas, reduciéndolos a desempeñar
el rol de legitimadores de lo que hace el Ejecutivo. Que ésta no sea otra etapa
de entusiasmo, como tantas otras, a las cuales acude e actual gobierno, sino
que sea una mediad efectivista de preparación y organización planificada, que
nos conduzca al cambio trascendental para forjar una Patria más grande y
soberana, digna de sus hijos.
Cada Región
debe poseer las posibilidades para un desarrollo con autosostenimiento. El
desarrollo de las regiones tiene sustento en los ejes productivos-sociales que
potencian los recursos principales que poseen, integrándose a un Plan Nacional
del cual son parte el desarrollo. La Regionalización descentralista debe buscar
afianzar los poderes en base a la voluntad democrática y a las fuerzas representativas.
La descentralización descentralista debe buscar afianzar los poderes en base a
la voluntad democrática y a las fuerzas representativas de la nación. La
descentralización, por su importancia medular en el proceso de desarrollo debe
construir la viga maestra de la política económica y social del Estado, de
manera tal que el marco legal en que se desarrollen no pueda ser afectado por
disposiciones que, directa o indirectamente, la desvirtúen. Que se haga un
proceso consistente y realista, que revierta la actual tendencia centralista y
promueva la integración nacional y el desarrollo armónico de las regiones del
país. Que se formule un programa descentralizador que permita a los pueblos no
limeños disfrutar de sus riquezas naturales y desarrollarse en forma
equilibrada.
Debemos
continuar la movilización en torno a la auténtica plataforma de
descentralización, concretar este propósito resulta muy complejo. Este proceso
requiere, necesariamente, un cambio radical de las realidades actuales, donde
destaque la trascendencia de una base histórica real.
La
Regionalización es establecer conciencia regional en una determinada zona, que
deben decidir su participación de determinados ámbitos regionales y ser objeto
de una mayor maduración de conciencia regional en aquellas zonas donde no
exista ésta. Se tendría que comenzar con Regiones-Piloto, donde exista
conciencia regionalista y dar un mayor plazo a aquellas regiones donde aún no
se ha podido expresar los criterios regionales.
La
Regionalización debe ser un instrumento de cambio radical, debe responder al
proyecto del siglo XXI, esto implica una decisión de cómo se debe distribuir la
población en función de los intereses nacionales, geopolíticos, de seguridad
nacional y el uso de nuestros recursos naturales, que haga del Perú una Nación
donde no exista diversos desarrollos desiguales, presentando un país
completamente desarticulado, donde exista pluralismo social y cultural. Este
proceso tiene que elevarse de abajo hacia arriba, que incluya participación
popular desde el nivel local al nacional, haciendo de los gobiernos regionales
y locales entes verdaderos de poder, garantizando la participación democrática.
Apoyamos La
idea de regionalizar y descentralizar al país, pero con la consulta de los
pueblos, con cambios políticos, económicos y sociales, que nos lleven a una
patria soberana, que los viejos sueños se hagan realidad; se abren los viejos
surcos de un anhelo nacional para conciliar al derecho con la realidad y dar
inicio a la codiciada descentralización.
EL SOCIAL CRISTIANO, 1987
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