Cuando en días pasados decidí comunicarles mi
pre-candidatura a la Secretaría general provincial de Lima, tomé contacto con
muchos amigos del Partido y ello me dijo “¿Qué me ofreces para votar por ti?”
mi respuesta inmediata fue “NADA”. Porque entiendo que un proceso electoral
internos, es un medio para determinar a titular de un cargo, donde existe una
propuesta electoral, competencia entre candidatos, igualdad de oportunidades,
libertad de elección, libertad de decisión mediante un voto y decisión en el
tiempo sujeta a rectificación, son
principios fundamentales en un sistema de elecciones competitivas; contrario a
las aclamaciones, designaciones, sorteos o votación a mano alzada, dentro de un
sistema no competitivo. Las elecciones
internas son competitivas más no subastas electorales donde prima el criterio
de quien da más.
De ser así, ahorremos tiempo en convocatoria, nombres y
listados inútiles, nombremos un martillero y en subasta pública entreguemos los
cargos a quien de más.
Otros amigos, creen que las elecciones competitivas son
una iniciativa extraña e inmadura para la realidad de nuestro partido; algunos,
felizmente minoritarios, ven peligrar sus posibilidades de ser los únicos y
eternos candidatos, preocupados en los oropeles del cargo antes que la
responsabilidad propia del ejercicio; en cambio, otros están imaginando como
inflar padrones repartiendo carnets como boletos de circo, inscribiendo a
cualquier persona sin tener en cuenta si
simpatiza con nosotros o no; pero la gran mayoría, piensa que un proceso
electoral interno en todos los niveles
es un espíritu de renovación, donde se tendrá que aplicar programas de acción,
dinámica de trabajo y políticas de fortalecimiento de la estructura partidaria.
Convencido que en las actuales circunstancias los
Partidos Políticos languidecen en sus locales sin horizonte, por falta de metas
que los inspiren y nuestro Partido como portador del estandarte de la Doctrina
Social Cristina, debe elegir para los puestos de responsabilidad en todos los
niveles a los hombres que por su dedicada vocación de trabajo, garanticen la
continuidad de la obra iniciada hace 25 años.
Exijámonos como líderes de nuestra institución, porque el
liderazgo es la capacidad de hacer girar el entorno, de inspirar confianza y de
movilizar las estructuras. La misión del líder es mantener los valores
doctrinarios, administra y fomenta la innovación; busca una conducta permanente
de disciplina, prisionero del reloj, sometido a la crisis, león en la acción,
ciervo de los plazos que le vencen; convirtamos nuestro lenguaje no en medio de
engaño sino de comunicación, no en enemigo sino en amigo del principio de
lealtad, porque antes que nuestras ambiciones personales está el Partido.
Es hora de optar por una mentalidad positiva analizando
nuestra situación, juzgando nuestros éxitos, controlando nuestros pensamientos,
sanado la lección de nuestros fracasos; muchos partidos han perecido esperando
la consecuencia de sus errores. Elevemos nuestros ideales de perjuicios y
estrechez de criterio, rechacemos la tentación de comprar las conciencias y
voluntades con prevendas y dádivas, porque ello destruye a la persona y lo
convierte en objeto utilizable, fijémonos metas a nuestro alcance, obliguémonos
a un programa de realizaciones con propuestas concretas. “Pongámonos en acción
hombres y mujeres social cristianos”.
El SOCIAL CRISTIANO, 1992
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