lunes, 17 de marzo de 2014

EL LÍDER


¿Crean los líderes sus tiempos o los tempos al líder? ¿Es verdad que un gran líder crea su era? ¿Cuál es la función del liderazgo?

El liderazgo es la capacidad de hacer girar al mundo, es la capacidad de inspirar y movilizar a multitud de personas, es una acción pública con la persona.

Desde los tiempos clásicos hasta el presente, eminentes pensadores han considerado a los individuos tan sólo como juguetes de fuerzas más grandes, sean éstos los dioses o divinidades más recientes como la raza, la clase, la nación o la historia.

Tolstoi se preguntó ¿Cuál fue el motivo para que masas de hombres, en las guerras napoleónicas negando sus sentimientos humanos y su sentido común, fueran y vinieran por Europa asesinando a sus congéneres por el camino. El liderazgo puede modificar la historia para bien o para mal. En 1936, nadie podía saber si Hitler era un nacionalista incomprendido o un demente; cuando se tuvo la certeza de lo segundo, el precio fue de millones de vidas. Los líderes han sido responsables de las más extravagantes locuras que han deshonrado a la raza humana. También han sabido impulsar a la humanidad hacia la libertad individual, la justicia social y la tolerancia religiosa y racial.

En opinión de Tolstoi, los personajes más engañados eran los líderes. No son sino etiquetas que sirven para dar nombres a un fin. Si Churchill hubiera muerto en el accidente de auto en 1931, y de alcanzarle la bala a Franklin Roosevelt en 1933; y si Lenin hubiera muerto de tifo en Siberia en 185 y Hitler hubiera caído en el frente occidental en 1916, ¿Qué aspecto hubiera tenido el siglo? El líder es el esclavo de la historia.

¿Cuál es en realidad la función del liderazgo? Aquel que no aplica remedios nuevos, dijo Bacon, debe esperar males nuevos y ya que con el tiempo es el mayor innovador, la carrera alada ha estado viajando más rápido durante los siglos. La misión del líder es mantener las instituciones y los valores suficientes al corriente de la vertiginosa velocidad de la historia. El liderazgo democrático, es el arte de fomentar y administrar la innovación  al servicio de una comunidad libre.

Un líder debe tener las cualidades requeridas para la política creativa: el primer requisito es la observación, la capacidad de observar con exactitud las cosas. Después la reflexión, que enseña el valor de las acciones, las imágenes, los pensamientos y los sentimientos, ayudan a percibir la relación que tienen entre sí. Luego la imaginación, que es modificar, crear y asociar; después la invención, aplicación de métodos no conocidos e inéditos; y , finalmente, el juicio, decidir cómo y dónde y hasta qué grado puede ejercer cada una de estas facultades. Estas cualidades llevadas a su nivel más alto es la respuesta del liderazgo democrático, siempre y cuando estén acompañadas de una conducta permanente y disciplinada de la persona llamada a ser el conductor, porque el líder es el esclavo del reloj, víctima de la emergencia, prisionero de la crisis y siervo de los plazos que se vencen. El artista y el científico tienen tiempo y espacio; el líder tiene muy poco de ambas cosas. Si algo debe saber un líder, es que se debe estar seguro que obtendrá resultados insatisfactorios.

El líder está forzosamente obligado a innovar. Debe representar al pueblo su oferta cada día más interesante, cada día más resuelto a ganar las causas justas, más pleno de su ideal. No tiene fibra de líder quien carece de imaginación, pues nada grande se ha ganado sin esta inspiración.

El líder debe buscar la introducción de un nuevo elemento, claro que es una empresa peligrosa, porque significa la ruptura de los lazos de la costumbre, provoca resistencia. El innovador debe persuadir a otros que cambien de opinión. La innovación puede parecer un ataque a las viejas reglas del juego. Las ideas encarnadas en instituciones se vuelven especialmente difíciles de abandonar. Ahora el éxito depende del contenido del mensaje y de la forma cómo se transmite. Schumpeter hizo hincapié en la venganza que ejerce el medio contra los que deseen hacer algo nuevo. La democracia inculca hábitos de pensamiento que refuerzan la resistencia a las idea nuevas. Lo que cuenta al final es la subversión de las ideas viejas por el medio ambiente. Esto es lo que da al líder democrático la oportunidad de idear remedios y también despierten aprobación general. Tocqueville decía que una democracia puede llegar a la verdad, sólo como resultado de la experiencia; muchas naciones pueden desaparecer mientras están esperando las consecuencias de sus errores.

Hay quienes se oponen a una teoría de liderazgo por motivos doctrinales, ya que la proposición que unos dirigen y otros se someten ofendiendo a los conceptos democráticos de igualdad, se oponen a una teoría de liderazgo por motivos morales. Toda vez que, exagerar la importancia de los líderes choca con el recelo democrático que el poder envenena. Se oponen a una teoría de liderazgo por motivos emocionales, ya que la vena populista de la democracia fomenta un sentimineot de envidia a las personas superiores. Se oponen a ellos por motivos políticos, ya que los intentos de rehabilitar la doctrina de liderazgo suelen ser ataques disfrazados contra la democracia. Esta vieja desconfianza democrática respecto a las teorías del liderazgo, sobreviene en el elitismo con término de insulto. De todos los lenguajes demagógicos. El elitismo es el más fútil.

Lo que se quiere decir hoy en día es un nuevo estilo de liderazgo que responda a las normas constitucionales como las necesidades populares. El liderazgo es indispensable, incluso en el régimen de aquiescencia. El líder debe saber qué hacer y cómo hacer. ¡Tú amigo que lees estas líneas, pues ser el líder del partido busca en tu localidad, de ti depende!
Conocerlo se tiene entre manos y actuar dentro de las disciplinas de la aprobación son los primeros imperativos de un liderazgo democrático que tiene que estar acompañado de simpatía por la labor que se desarrolla.

No creo, dijo Woodrow Wilson, que ningún hombre pueda dirigir sino actuar consciente o inconscientemente, bajo los impulsos de una profunda simpatía por aquellos a quienes se dirige; simpatía que es comprensión que nace del corazón y no del intelecto.
El liderazgo no es amigo del autogobierno, sino el medio para hacerlo funcionar que los seguidores tienen su propia obligación, que es ineludible mantener a los líderes dentro del estricto límite constitucional.

En una democracia, el liderazgo depende particularmente del lenguaje para colocar una visión y el lenguaje empleado por los líderes determina el tono de la política. Nunca un líder puede decir en público lo que puede decir en privado. La responsabilidad de los líderes es de definir las acciones reales y explicar por qué en un curso de acción es preferible la otra; y, al hacerlo, convertir el lenguaje en un medio no de engaño, sino de comunicación, no en enemigo sino en amigo del principio de realidad.

Si los hombres fueran ángeles, no habría necesidad de un gobierno, todos nos encontramos manchados por el pecado original, pero capaces de redimirlo, porque no se puede engañar a la gente todo el tiempo.

La capacidad humana de justicia hace posible la democracia, pero la inclinación humana a la injusticia hace necesaria la democracia. A los líderes buenos y democráticos se les debe considerar, en alguna mediad, con desconfianza. Los líderes no son semidioses. Ninguno es infalible, todos pueden caer en el absolutismo o en el abuso del poder. Los líderes deben dar a la persona el valor de aprovechar la potencialidad de más altas. Podremos conjurar cualquier catástrofe sólo si los líderes escuchan a sus seguidores tan atentamente como éstos escuchan a aquellos; ésta es la razón por la cual el liderazgo  democrático encierra la mayor esperanza. Zeus castigó a Prometeo encadenándolo a una roca donde un águila le despedazaba el hígado. La historia suele encadenar al líder a una roca e incitar a la implacable águila encarnada en sus opositores a destrozarle el hígado, pero los líderes tienen que seguir luchando. 

EL SOCIAL CRSTIANO, 1992       

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