Nuestros representantes en el Parlamento se han mostrado
como severos críticos de la gestión del gobierno. Algunos creen, que son los
pocos, que están cayendo en el exceso, resultando nuestra crítica poco democrática
y constructiva. Creemos que no hemos estado atentos a las equivocadas
orientaciones del gobierno, que son muy abundantes y, sumamente peligrosas,
para el porvenir del país.
Pretender transformar la noche en día de Sol, es poco
menos que ser un romántico soñador. Asumimos la crítica con responsabilidad,
con la majestad de la Ley y el Derecho. No pretendemos caminar al filo de la
navaja, nuestra tarea no esa aplaudir, ni ser piadosos encubridores de sus
yerros, ni inventar falsos logros.
Dentro del esquema democrático, el rol de la oposición es
criticar, revelar las inmoralidades, desaciertos y evitar que sucumban en su tentación
dictatorial. No hay democracia sin oposición, sin alternativas sin opciones,
sin contrapartidas, sin fiscalización, sin antagonismos. La democracia entraña
disentimiento. Una sociedad silenciosa, subordinada, importa conciliábulo o
complicidad. Lejos, muy lejos, estamos de creernos dueños de la verdad, somos
amigos de la duda y nada nos parece más insensato que el maniqueísmo de querer
dividir al país en buenos, los míos y los otros, los malos.
Hemos escogido las filas de la oposición a sabiendas de
lo que ello significa. No desestabiliza al gobierno el ejercicio de la crítica,
lo desestabiliza el arbitrario uso del poder, la violación de la Ley, el
sectarismo, la incapacidad, la prepotencia, la soberbia. Son por esos errores
que han fracasado, no por la dureza de la crítica. El mandato impositivo mata,
divide, neutraliza, sataniza.
Si la paz es el respeto al derecho ajeo, entonces el
respeto a la ley es igual para todos, podrán imponer, pero no convencer. Para
convencer hay que persuadir y para persuadir se necesita algo que les falta:
Consenso Nacional.
Nuestros parlamentarios hablan con claridad, para
convencer con razones más que con palabras. Adoraos la libertad, como madre de
los hombres fuertes. Nuestra tarea es dura en la jornada de salvar a nuestro
país del totalitarismo y evitar su marcha galopante al despeñadero. No seremos
rebaño, creemos en la inmortalidad del hombre, en su fe, en libertad, en la
igualdad de los peruanos. Hay momentos en que callar equivale a mentir, o a
hacernos cómplices. No acostumbramos callar, estamos en la trinchera de la
oposición.
EL SOCIAL CRISTIANO, 1991
No hay comentarios:
Publicar un comentario