Terminado el proceso electoral
y la elección del nuevo Presidente de la República, el tema de la
Regionalización y Descentralización que tanto se escucha en las plazas
públicas, regresó pero esta vez en un mensaje a la Nación que al parecer más
fue una frase alegórica para entusiasmar a la galería y más no producto de
un real convencimiento de sus verdaderos
alcances.
La Región no nace con la
convocatoria a elecciones, ni tampoco son la dación de una ley, la Ley se
encarga en reconocerlas, éstas tienen vigencia natural con una vivencia mucho
más profunda desde sus entrañas. Esta nace de una realidad geográfica,
antropológica, cultural y social, personas pertenecientes a un mismo grupo
natural ocupan espacios comunes y buscan su unión por características
idénticas; establecen un mosaico de integridad con coincidencias, afinidades,
es una comunidad de vida, integrada por valores profundos de su pasado. Los
pueblos se agrupan en base a su vivencia natural y enfrentan problemas
idénticos, los cuales deben superar en forma organizada. El conjunto de estos
valores se llaman unidades geopolíticas con realidades históricas comunes.
Es necesario para el nacimiento
de las nuevas regiones se tome el pulso al ciudadano, dándole a conocer las
razones valederas para la formación de
cada una de ellas, los pro y los contra y lograr una real toma de conciencia.
Los pueblos han perfilado sus tradiciones y rasgos culturales, los cuales no
tienen que desaparecer sino más bien se tienen que integrar buscando el
verdadero sentir de la Región. No hay que hacer de este proceso extraño e
inmaduro, sin el real convencimiento de sus grandes alcances, que sea un
proceso de integración de la Comunidad Andina en la Sierra, de las Aldeas Nativas
en la Selva y la identificación con los Pueblos Jóvenes en la Costa.
El proceso de regionalización
es una tarea nacional impostergable que requiere de decisión política, por ello
la necesidad de exigir la participación democrática y la consulta popular en
todas las faces. No sólo, el debate de la demarcación territorial, sino sobre
las funciones de los próximos gobiernos regionales, los criterios para la
representatividad en los Consejos de Coordinación Regional, su rol, funciones y
competencias.
Las Regiones tienen que ser
planificadas, deben ir ligadas a la determinación de proyectos a ejecutarse, a
la interacción de un desarrollo homogéneo y a una labor ejecutiva de proyectos
reales para desarrollar, no más falsas
ilusiones que nacen muertas porque la realidad las mató, la Regiones tienen que
tener una vida propia que no estén ligadas al yugo centralista, sino que sean
Entes de desarrollo, dentro de la estructura del Estado peruano.
Este proceso requiere
necesariamente un cambio de mentalidad, para establecer conciencia regional en
aquellos lugares, en los que aún no existe ésta y dar impulso en aquellas zonas
donde exista plena disposición se debe comenzar con Regiones, que tienen
experiencia ganada como el caso de la Región Chávin, donde existe identidad
regional e integración a base de la experiencia. La regionalización debe ser un
impulso para el cambio, debe responder al Proyecto del país, que se haga del
Perú una nación donde no exista desarrollos desiguales, completamente
desarticulado. Este proceso tiene que nacer de abajo hacia arriba fortaleciendo
los gobiernos locales, y que incluya la participación ciudadana como entes
verdaderos de poder y de cambio.
La Descentralización es un
asunto de magnos alcances, y que no se imponga su realización que no se le
convierta en un proceso sin rumbo. Los
pueblos saben que no basta juntar varios departamentos para formar una región o
una macro Región, y tampoco se debe hacer de un Departamento una Región, sino cuenta
con autosostenimiento y conciencia regional. La demarcación debe ser producto
del estudio geográfico, político, social, económico, antropológico y cultural,
y no estar sujeto a consideraciones distintas, no debe condicionarse su
ejecución a intereses políticos por caprichos, por complacencia o intereses
menores, que no sea otra etapa de entusiasmo, a las cuales acuden los
Gobernantes de turno, sino que sea una medida efectiva de preparación y
organización planificada que nos conduzca al cambio trascendental para forjar
una patria más justa y soberana.
Hay que crear los canales para
su identificación con la realidad, demos un paso adelante, trasladando el poder
en forma real. Haciendo un proyecto de real dimensión con la movilización de
todas las sangres. La Descentralización, debe traer consigo las posibilidades
para un desarrollo sostenido, coherente y organizado, y éste debe sustentarse
en los ejes productivos que potencian los recursos principales que poseen, cada
localidad se debe buscar afianzar los poderes en base a la voluntad democrática
y a las fuerzas representativas. La descentralización por su importancia en el
proceso de desarrollo del país, debe constituirse en la viga maestra del
desarrollo nacional. Que se haga un proceso consistente y realista, que
revierta la actual tendencia centralista, se promueva la integración de los
pueblos, y el desarrollo armónico de las localidades. Que se formule un
Programa descentralizador que les permita administrar sus riquezas naturales y
desarrollarse en forma equilibrada y natural.
Creemos en la Descentralización del país, con cambios
políticos, administrativos, económicos reconociéndoles la autonomía que les
otorga la Constitución Política del Estado, que se transfiera realmente el
poder y se forje una nueva estructura del Estado Peruano que esté acorde con
los tiempos en que vivimos, que los sueños se hagan realidad se dejen de lado
los discursos de plazuela, se abran las puertas de la esperanza y se dé paso a
la descentralización nacional.
Julio César Castiglioni Ghiglino
JULIO DEL 2001
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