lunes, 14 de abril de 2014

¿QUE PASA CON LOS LÍDERES POLÍTICOS FRENTE AL PROCESO ELECTORAL MUNICIPAL?


En los últimos días, hemos podido ver con sorpresa que en las diferentes agrupaciones políticas, los lideres que tienen la representación en forma transitoria, vienen manejando a su capricho y antojo las listas de candidatos a Alcaldes y Regidores a nivel nacional, dejando de lado la opinión de sus bases, de sus militantes y de quienes se entregaron a la causa y sus ideales, los mismos que se sienten utilizados al ver que sus máximos dirigentes aplican la imposición para la designación de candidatos a los cargos edilicios.

A los líderes se les debe considerar en alguna medida, con desconfianza. Ninguno es infalible, todos pueden caer en el absolutismo o en el abuso del poder. Los líderes deben  saber dar a la persona el valor supremo de su  aporte, aprovechar su potencialidad al más alto nivel. Podremos conjurar cualquier catástrofe sólo sí los líderes escuchan a sus seguidores sometidos; ésta es la razón por cual el liderazgo democrático encierra la mayor esperanza en la medida que los líderes no caigan en la soberbia, en la autocracia, sentirse semi-dioses, que todo lo saben, que todo lo conocen, que tienen la solución para todos los problemas, sin importarles la opinión de quienes dirigen.

Un líder debe tener las cualidades requeridas para la política creativa; en primer lugar es la observación, la capacidad de observar con exactitud las cosas; después la reflexión, que enseña el valor de las acciones, las imágenes, los pensamientos y los sentimientos, lo que ayuda a percibir la relación que tienen entre sí; luego la imaginación, que es modificar, crear y asociar; posteriormente la invención y aplicación de métodos no conocidos e inéditos; y, finalmente, el juicio de valor que es decidir cómo y dónde y hasta que grado puede ejercer cada una de estas facultades.

Estas cualidades llevadas a su nivel más alto es la respuesta del liderazgo democrático, siempre y cuando estén acompañadas de una conducta permanente y disciplinada de respeto a los demás. El verdadero liderazgo es la capacidad de hacer girar al mundo, es la capacidad de inspirar y movilizar a multitud de personas, es una transacción pública con la historia. La misión del líder es mantener las instituciones y los valores frente a la corriente vertiginosa del cambio de la historia.

El líder está forzosamente obligado a innovar, pero sin dejar de lado lo que tiene como realidad viviente. Debe representar al pueblo su oferta cada día debe ser más interesante, cada día debe estar más resuelto a ganar las causas justas, debe estar convencido de sus ideales. No tiene fibra de líder quien carece de imaginación, pues nada grande se ha ganado sin esta inspiración.

El éxito depende del contenido del mensaje y de la forma cómo se trasmite. Schumpeter hizo hincapié en la venganza que ejerce el medio contra los que hacen algo, sin tener en cuenta la opinión de quienes lo rodean en democracia. Tocqueville decía que una democracia puede llegar a la verdad, sólo como resultado de la experiencia; muchas instituciones pueden desaparecer mientras están esperando las consecuencias de sus errores.

Lo que se quiere hoy en día, es un nuevo estilo de liderazgo que responda a la verdadera democracia. El líder debe saber que hacer y como hacer. Con el respeto a su militancia a las bases y a las estructuras de sus partidos a las instituciones y no imponer a sus vasallos o quienes les han inclinado su columna al puro estilo del Fedudalismo.

Woodrow Wilson dijo, que ningún hombre pueda dirigir si no actuar consciente o inconscientemente, bajo los impulsos de una profunda simpatía por aquellos a quienes se dirige; simpatía que es comprensión que nace del corazón y no del intelecto. El liderazgo no es amigo del autogobierno, sino el medio para hacerlo funcionar y los seguidores tienen su propia obligación, que es mantener a los líderes dentro del estricto límite democrático.

En una democracia, el liderazgo depende particularmente del lenguaje para hacer llegar una visión. El lenguaje empleado por los líderes determina el tono de la política. La responsabilidad de los líderes es de definir las acciones reales y explicar por qué una acción es preferible la otra; y, al hacerlo debe convertir el lenguaje en un medio no de engaño, a las bases o dirigencias, sino de comunicación, no en enemigo sino en amigo del principio de realidad; de saber decir la verdad en forma oportuna; hay momentos que callar nos hace cómplices, hay momentos que callar equivale a mentir, somos amanes de la verdad, comadre engendradora del respeto a los seres humanos y valores fundamentales.

Los líderes democráticos se deben a sus pueblos, deben escucharlos, atenderlos y estar con ellos; y no como sucede, que se alejan de la realidad, del pueblo que los apoya , de sus electores, de sus seguidores y de sus bases, como si el cargo fuera eterno, lo que desnaturaliza el rol y la función de un líder que su comunidad y los partidos políticos necesitan en los tiempos modernos.



                                                                                  JULIO CÉSAR CASTIGLIONI GHIGLINO
                                                                                                         Lima, 28 de marzo de 2002

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