sábado, 17 de mayo de 2014

EL CENTRALISMO

DISPOSICIONES MUNICIPALES

Habiendo asumido las nuevas autoridades los gobiernos regionales y locales con algunas reelecciones que son perniciosas cuando van más allá de los dos períodos, porque postergan la posibilidad de generar nuevos liderazgos, tan escasos en los últimos tiempos, a través de esta columna emitiremos opinión sobre el fortalecimiento de los gobiernos regionales y gobiernos locales, porque creemos firmemente que son estos dos niveles de gobierno lo llamados a lograr el crecimiento y el desarrollo del país.

Lima, Ciudad Señorial y Virreinal, tres veces coronada, que ha cumplido 472 años de vida republicana, constituye el Centro del país, en lo económico, cultural, político y social, por lo cual debemos saludar su presencia en la vida y desarrollo del país, sin embargo, ello no ha postergado a las provincias por una mala distribución de roles, competencias y facultades, que aplicaron los diferentes gobernantes de turno en todos estos años.

El centralismo que padecemos desde la Colonia nos ha hecho mucho daño. Es clamoroso comprobar que existan pueblos en el interior que padezcan de los elementales servicios de luz, agua, desagüe, vías de comunicación, que no tengan los recursos económicos suficientes para impulsar el desarrollo integral y sostenido, pueblos que pese al esfuerzo y trabajo de sus hijos, no han logrado alcanzar el desarrollo deseado.

Que esta experiencia nos sirva de ejemplo y no hacer de la descentralización un proceso sin rumbo, sin el real convencimiento de sus grandes alcances, donde se busque la integración de la comunidad de todo el país, esto es una tarea nacional impostergable que requiere de un sustento político, económico, administrativo, social, cultural y de condiciones reales, sin demagogia y con propuestas técnicas, por parte de los gobernantes reales.

Los gobernantes regionales tienen que tener una real autonomía económica, administrativa y política, deben ser entes de desarrollo con planes concertados con la población y presupuestos participativos, dentro de los parámetros de la estructura y las políticas de Estado. La Descentralización es un  asunto de magnos alcances, y como tal debe proyectarse bien, que no se imponga, que no se le convierta en un proceso de capricho, apresuramiento y sin un rumbo.

Hay que crear los canales de incorporación a la realidad nacional en armonía con el Estado y la Sociedad, demos un paso adelante, pero hay que hacer la traslación real del poder con la transferencia de las atribuciones, facultades, competencias y los recursos, a quienes deben tener a su cargo esta tarea en base al principio de subsidiaridad. La coyuntura ha despertado entusiasmo donde la Descentralización debe convertirse en un proyecto real de transformación.

Cada región debe poseer las posibilidades reales para un desarrollo sostenido y orgánico, debe sustentarse en los ejes productivos-sociales que potencien los recursos principales que poseen, integrándose a un plan nacional del cual son parte en el desarrollo nacional, debe buscarse afianzar la estructura del Estado, en base a la voluntad democrática y a las fuerzas representativas con la participación activa de la sociedad.
La descentralización por su importancia en el desarrollo, debe constituirse en la viga maestra de la política del Estado, de manera, que en el marco legal en que se desarrollen no pueden ser afectadas por disposiciones que directa o indirectamente las desvirtúen, las posterguen, trastoquen su autonomía y sus atribuciones. Que se haga un proceso consistente, realista, que revierta la actual tendencia centralista. Que se formule un Programa descentralizador que permita a los pueblos disfrutar de sus riquezas naturales y desarrollarse en forma equilibrada y natural.
Debemos continuar la movilización entorno a la autentica plataforma de descentralización, concretar este propósito resulta muy complejo, pero es una tarea impostergable. Este proceso, requiere necesariamente u cambio radical de las realidades actuales, donde no exista desarrollos desiguales, y nos presenta un país completamente desarticulado, de espaldas a las de los pueblos del interior del país dejando de lado sus grandes necesidades.     

Creemos firmemente en el proceso de descentralización, con cambios profundos políticos, económicos y sociales reconociéndoles su real autonomía a los gobiernos regionales que les otorga la Constitución del Estado, que el proceso nos lleve a forjar una patria, donde los sueños se hagan realidad, se abran las puertas de la esperanza nacional y logremos conciliar la legislación, con la realidad tan enfrentada en todos los tiempos y abriéndose la esperanza de un Perú mejor.

La tradición nacional es la de un estado unitario, así lo establece el artículo 43º de la Constitución Política del Estado, al señalar que el gobierno del Perú es unitario, representativo y descentralizado, y se organiza según el principio de la separación de poderes, y dentro de este esquema debemos buscar un desarrollo integral de la costa, de la sierra y de la selva.
El mayor problema del país no es económico sino político y administrativo, ya que el centralismo que ha sido la forma de gobierno y de distribución de las actividades económicas, ha destruido la identidad nacional y la conciencia regional y local.

La capitalidad del Perú, es incuestionable; pero no debe ser solamente la capital de la República, por representar la tradición, por representar el mayor eje económico y por representar el centralismo político, sino debe ser la capital de la República por su efectiva atracción de las provincias en su desarrollo y crecimiento orgánico y en una especie de irradiación de vida y cultura a todos los pueblos del Perú para que estos crezcan a semejanza de ella, y no se siga alentando el resentimiento contra el centralismo.

Lima debe seguir desarrollándose, en forma planificada, debe ser un ejemplo a imitar por los pueblos del interior y en esfuerzo mancomunado logremos el crecimiento integral de toda nuestra patria.



Julio César Castiglioni Ghiglino
POLÉMICA MUNICIPAL, SEMANA DEL 25 AL 31 DE ENERO DE 2007
EDICIÓN N° 354



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