lunes, 31 de marzo de 2014

¿A QUIÉN ELEGIR EN LAS PRÓXIMAS ELECCIONES?

En los últimos días hemos podido apreciar que existe un síndrome de candidatura, todos se sienten presidenciales y creen ser los elegidos, cual Mesías para cruzar el mar muerto de la democracia, nosotros creemos que ésta oportunidad electoral es para tomarla con sentido de renovación, donde se tendrán que aplicar programas de acción, dinámica de trabajo, políticas de fortalecimiento y crecimiento de los partidos políticos, dando paso a los nuevos liderazgos porque ya estamos cansados de ver los mismos rostros, la misma persona y los mismos estilos de los eternos candidatos, de los improvisados o los que utilizaron la plata del erario nacional para promocionarse, so pretexto que defienden al pueblo.

Ser candidato significa tener espíritu de desprendimiento donde existan hombres y mujeres que reclaman una mayor cuota de trabajo, buscando el máximo ideal: el ser más útiles a nuestros semejantes, a la conquista del Perú profundo, para la transformación de nuestra patria.

Convirtamos esta oportunidad a electoral en propicia, que permita un esclarecimiento de los objetivos, dando lugar a una toma de conciencia no sólo más clara, sino también más firme ayudando a crear un clima de mancomunidad de los grupos participantes en el proceso electoral que nos lleve a trabajar con sentido fraterno por todo lo que constituye las viejas esperanzas del Perú, las inquietudes, y preocupaciones del país.

Que nos lleve a recordar que en nuestra patria, por razón de sus propias circunstancias, de sus tradiciones de la forma que ha sufrido distintas influencias y su fomentado retraso político, en todos los momentos críticos para la democracia peruana, no puede y no debe hacer sólo política de acuerdo a la vieja usanza, igual a la que efectúan quienes sólo buscan su provecho personal, por el contrario, se debe contribuir a formar la conciencia cívica, limpia y que nuestro pueblo no siga siendo víctima de demagogos oportunistas, improvisados y hasta delincuentes.

Convencidos que en las actuales circunstancias los partidos políticos deben refundarse en sus ideales supremos que los inspiran, y como portadores de un mensaje debe elegirse para los puestos de responsabilidad a las personas que por su delicada vocación de trabajo garanticen una labor seria de trabajar por el país desde los más altos cargos hasta las bases, vitalizando en el plano organizativo, que le permita asumir con responsabilidad la tarea de gobernar.

En este juego, las personas en acción, formación política sólida en base a principios, tienen un papel fundamental, porque son esas personas que antes de aceptar un trabajo, ya están proyectando como imprimir una nueva motivación, como desarrollar su capacidad creativa, como responder a la confianza que en él se deposite, como llegar a determinar metas, como cubrir determinado vacío, como renovar, como generar entusiasmo colectivo, en una palabra, planifica su acción eficaz en beneficio de los demás.

Este tipo de personas, que termina, que empieza, que mide  sus fuerzas a quien se le conoce por su obra hecha, son personas invalorables que la patria necesita. Dice un refrán inglés que toda que gran obra requiere de tres personas: un creador que visualiza la idea y los beneficios que trae en el plano teórico e intelectual; un organizador que estructure la maquinaria y funciones internas que pondrán en práctica el sistema para lograr este objetivo; y un administrador que lleve adelante el trabajo salvando las dificultades y perfeccionamiento la organización para hacerla más eficiente.

La persona de acción es ejecutiva distinta, es casi siempre la síntesis de los tres, que perfecciona la idea, la organización y la administración, porque tiene un espíritu especial; directo en sus apreciaciones, positivo, especial y creativo. Su sentido práctico hace fructificar todo y obtiene grandes rendimientos.

Este tipo de personas requiere el país para que asuman la gran tarea de transformación y cambio. Personas de acción con capacidad que les dan una tónica distinta en todas y cada una de las tareas que asume. Acción en la organización, estructurando eficazmente, acción en los programas realizándolos, acción en todos los campos. Transformarse en personas de acción, en el trabajo habitual, es la tarea personal. El camino es simple, optar una mentalidad positiva, analizando la situación actual, juzgando los éxitos, controlando los pensamientos y sacando la lección de los fracasos, elevemos nuestros ideales de perjuicios o fijándonos metas que estén al alcance, disciplinándose obligándose a un programa de realizaciones, concreta que puedan desarrollar al país e sus grandes ideas.

A toda persona al analizarla, se le explica la frase bíblica que “por sus frutos los conoceréis” y quien ha tenido éxito en una causa noble, quien ha realizado o sobresalido en un trabajo, es porque ha dado un buen fruto. Cambiar de mentalidad buscando ser las personas de acción del país. Esto es muy importante y urgente, es necesario hacerlo, aunado este propósito con los más necesitados, formando equipos de trabajo, complementando de acuerdo a sus talentos y capacidades personales, fijándose metas a escala de sus alcances que se pongan en práctica, aprendiendo de la acción y experiencia que nos trae que se perfeccionen los programas y exigiéndose siempre se llegará sin darse cuenta a tener criterio de eficacia que se traduce en sentido práctico; rendimiento en el trabajo, visualización de tarea, previsión para evitar el fracaso; en una palabra madurez y capacidad de acción. Queremos personas de éxito, que quieran a su patria y se sacrifiquen por ella allanando el camino para las nuevas generaciones.

¿A quién elegir? Elegir bien a nuestros futuros representantes es la llave del éxito. Hay que conocerlos y evaluarlos individualmente y luego considerar que deben constituir un equipo de trabajo eficiente con un programa a realizar. Tu elección debe tener un doble análisis; las cualidades de la persona que postula y la confianza en el equipo de trabajo que podrá constituir, que asegure el éxito en la aplicación de su programa. Hay que medir el riesgo que se toma y aceptarlo conscientemente.

En el plano personal hay que ser muy claro y responder con un rotundo NO  a todo aquello que sabemos negativo. No a las personas que aceptan cargos y no cumplen, No a los que piden ser elegidos careciendo de obra hecha. No a los que propugnan planes irreales porque anulan la acción. Al país hay que darle siempre lo mejor de uno, exaltándose las acciones positivas, así como darle oportunidad a todo aquel que quiera trabajar en busca del bien común.

Hombres, mujeres y programas están estrechamente vinculados. Nada es más dañino al país que repetir nombres y persona e improvisar candidatos, que, con pocas variantes, son los mismos que están siempre en el frente. Acaban por merecer el calificativo de eternos candidatos, dueños o señores feudales. Se vuelven absorbentes, impidiendo el ascenso de otros, cuando no se anquilosan y se creen dueños de los puestos como si fueran sus epitafios.

Esto, definitivamente es delicado en un país que busca un futuro mejor, no puede aceptar la sola idea de intocables en un partido político o agrupación política. El cambio de hombres es un proceso siempre urgente.

Hombres y mujeres de buena voluntad, inspirados en principios universales de la democracia deben trabajar para implementar un nuevo orden social, más justo y más humano, que sustituya el liberalismo económico a ultranza donde sobrevive el más fuerte y se come al más chico, y le corta el paso al comunismo tan traído a menos en los últimos tiempos pero se presentan con piel de cordero cuando tienen el alma de lobo. Larga y tenaz es la lucha, donde el ingenio, talento y organización de los partidos políticos democráticos, juegan un papel importante para lograr la victoria. En un proceso electoral, flota una pregunta final, los que postulan están preparados para gobernar. La respuesta la tienes tú, de tu actitud de buscar la renovación y el trabajo personal de los candidatos que los lleve a la eficiencia y de esta manera saldrá el país de la postración y el subdesarrollo buscando el éxito y el compromiso que quieren asumir con la patria.

Se necesitan personas de buena voluntad, hermanados en un propósito común de ayuda a nuestra patria a redimirse de viejas e injustas desigualdades, poniendo, en el camino de su recuperación, un clima de justicia social más humano donde prime el bien común y la defensa de la persona sea el fin supremo de la sociedad y el Estado.

Julio César Castiglioni Ghiglino

AGOSTO DEL 2001

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